Simbiosis. Revista de Educación y Psicología, Volumen
4, No. 8, julio-diciembre 2024, ISSN-e:
2992-6904, Páginas 42 - 54
Características de las relaciones objetales de la Generación Z
Characteristics of the object relations of Generetion Z
Características
das relações de objecto da Geração Z
https://doi.org/10.59993/simbiosis.V.4i8.49
https://orcid.org/0009-0002-4299-9433
Universidad de Morelia,
Morelia, México
Artículo recibido
10 de septiembre 2023 / arbitrado 01de noviembre 2023 / aceptado
20 de diciembre 2023 / publicado 01 de julio
2024
En este trabajo se examinaron de forma cualitativa las relaciones objetales de la generación Z y los cambios que está ha
sufrido en la modernidad reciente. Lo cual ha deshumanizado paulatinamente al hombre, enajenándolo cada vez más de las funciones del Yo, al ser alarmante el impacto psicológico que esto
ha conllevado por generaciones. En el caso
particular de la generación Z, se encontró que se ha sustituido el sentido de la vida por sensaciones fugaces y una marcada obsesión por la búsqueda del placer, lo
cual ha desestructurado las relaciones y las diferentes organizaciones. Por consiguiente, se realizó un análisis profundo
de los desafíos a los que se enfrenta la Generación Z, así como las
necesidades psicológicas y vicisitudes que presentan estos jóvenes en respuesta
a la modernidad, con apoyo de la
prueba TRO (Test de Phillipson). Finalmente, se observó que el problema
se acrecienta cada vez más, desarrollándose
nuevas patologías.
Palabras clave: Generación Z; Tecnología; Relaciones líquidas;
Complejo de Telémaco; Relaciones objetales
In this work, the object relations of generation Z and
the changes it has undergone in recent modernity were qualitatively examined. This has gradually dehumanized man, alienating him more and more from the functions of the ego, the psychological impact of which
has been alarming
for generations. In the particular case of generation Z, it was found that the meaning
of life has been
replaced by fleeting sensations and a marked obsession for the pursuit of
pleasure, which has destructured relationships and different organizations. Consequently, an in-depth
analysis of the challenges faced by Generation Z, as
well as the psychological needs and vicissitudes presented by these
young people in response to modernity, was carried
out with the support of the TRO test
(Phillipson’s Test). Finally, it was observed that the problem is increasing, with the
development of new pathologies.
Keywords: Generation Z; Technology; Liquid relationships; Telemachus complex; Object
relations
Este artigo analisou qualitativamente as relações de
objeto da geração Z e as mudanças que sofreu na modernidade recente. Esta tem
vindo a desumanizar o homem,
alienando-o cada vez mais das funções do ego,
cujo impacto psicológico tem sido alarmante
para as gerações. No caso particular da geração Z, verificou-
se que o sentido da vida foi substituído por sensações fugazes e uma obsessão
acentuada pela busca do prazer, o que desestruturou as relações e as diferentes organizações.
Consequentemente, foi efectuada uma análise
aprofundada dos desafios enfrentados pela geração Z, bem como das necessidades
e vicissitudes psicológicas apresentadas por
estes jovens em resposta à modernidade, com o apoio do
teste TRO (Teste de Phillipson). Por fim, constatou-se que o problema está a aumentar e que se estão a desenvolver novas patologias.
Palavras-chave: Geração Z;
Tecnologia; Relações líquidas; Complexo de Telémaco; Relações
de objeto
Una generación de acuerdo a la real academia
española es considerada como una agrupación de personas que nacieron dentro de un periodo próximo en el que han recibido
un tipo de educación
e influjos culturales y sociales
semejantes, adoptando una actitud en cierto modo común en el ámbito del
pensamiento e influirán en las generaciones futuras;
y a su vez también anticipan las demandas que se aproximan para la nueva era.
Estos eventos significativos pueden ser guerras, crisis económica, caídas de paradigmas, la innovación
tecnológica,
cambios climáticos, que, aunque parecieran
insignificantes o exagerados, provocan un impacto en la psique
y en la vida de cada individuo, modificando la conducta, las
necesidades, las demandas, el estilo
de vida, etc.
El concepto de generación surge muchos años atrás cuando en la antigua Grecia ya se hablaba de una media
de treinta años aproximadamente para referirse al paso de una generación a otra. Por otro
lado, el filósofo Ortega y Gasset fue el creador de la llamada “teoría de las
generaciones” al realizar diversos estudios y ensayos en relación a este tema y
aumentando paulatinamente el interés en otros por conocer más de ello, al punto de encontrarnos
en
la actualidad frente a un choque generacional más palpable, complejo
y estigmatizado.
La generación Z o centenials como la describen diversos autores, son jóvenes
que se caracterizan por ser la primera generación que surge inmersa en la cultura
digital, por lo tanto, comprende a aquellos
nacidos en los últimos años de 1995 al 2010. Los cuales
han sido fuertemente comparados y confundidos con la generación anterior
a ellos, los millennials, la cual comprende a los nacidos
entre 1981 y 1994,
considerada por los autores Ortega y Vilanova (2017) del
libro Generación Z como la primera generación global, es decir innovadora al
compartir objetivos y aspiraciones, desempeñando un papel activo a diferencia de la generación Z.
La juventud Z resalta por ser autodidactas,
creativos, buscan la inmediatez, emprendedores
y su comunicación es tecnológica, también son jóvenes que han construido
una realidad ficticia, no han desarrollado competencias emocionales para desarrollarse, perdiendo interés por expresar
sus emociones o sentir empatía hacia los demás, tras vivirse en un mundo donde
el internet los ha deshumanizado y han convertido las redes sociales en un refugio para todo aquel que
se siente mal, perdiéndose con ello la privacidad de la persona, ahora todo es
público.
Continuando sobre la misma línea si realizamos
un recuento de las últimas tres generaciones anteriores
a los jóvenes Z es posible apreciar el gran cambio a nivel psicológico que ha vivido la humanidad, lo cual permite entender
por qué viven de una manera tan narcisista, compleja y
desafiante los jóvenes Z, por
ejemplo: los Baby boomers
nacidos entre 1945 y 1964 es una generación post segunda guerra mundial, se caracterizan por ser una generación trabajadora al convertirse en su modo
de ser y existir, no contaron con tiempo para el ocio, la mujer comenzó
a integrarse al mercado laboral
y el modelo de la familia
tradicional comenzó a cambiar
rompiendo estructuras sociales y también del pensamiento.
Los sucesores a ellos es la generación X
que comprende a los nacidos de 1965 a 1981, esta generación se caracterizó
principalmente por buscar un equilibrio entre su vida personal y su vida profesional,
tras experimentar el nacimiento del internet
a sus vidas junto a diversos cambios sociales por lo que aprender
a adaptarse al nuevo ritmo
de vida sin perder
el equilibrio
de la
misma ha sido el reto más grande de esta generación. Dando paso de esta
forma a los millennials que comprende a los nacidos
entre 1982 y 1994, caracterizados por ser entusiastas,
emprendedores con un dominio sobre la tecnología
y buscar vivir más la vida en vez de entregársela a un trabajo.
Por consiguiente, ante tales antecedentes
generacionales, los jóvenes Z han tenido que aprender a adaptarse y sobrevivir
a los cambios socioculturales, el auge de la tecnología, la crisis económica,
añadiendo las relaciones y vínculos fantasma que se han establecido dentro del sistema
familiar de esta generación, como
efecto de esos mismos cambios que se han percibido como sucesos
aislados del desarrollo humano de cada generación.
Sin detenerse a realizar un análisis previo de como esto ha impactado y repercutido en el
desarrollo integral de las siguientes generaciones.
No obstante es perceptible el malestar
social que se vive actualmente tras la vida moderna, el cual se le adjudica propio
de la generación Z; cuando
en realidad son sólo el reflejo
de la vida interna que se
ha
descuidado por mucho tiempo a lo que asevera el
psicoanalista Massimo Recalcati (2014), al referirse
a la sociedad
moderna que presenta un malestar que parece desestructurar
los modelos
familiares, sociales e individuales, en consecuencia de buscar alcanzar una vida distinta a lo
anteriormente establecido, huyendo de sí mismo y esperar encontrar algo más allá de
ello.
En relación a la problemática expuesta es que se genera la interrogante del problema que se observa generación tras
generación y motivo al presente artículo a realizar la investigación, el
descuido psicoemocional de la generación Z, el cual evoluciona
conforme a las nuevas dinámicas que se generan en la sociedad.
Esto provoca en consecuencia una aceleración del sistema con nuevas demandas en las generaciones,
las
cuales afrontan cambios radicales de una era
a otra, al descompensar el sistema y no buscar un punto de
equilibrio entre las necesidades psicológicas y la vida moderna. Por consiguiente, se fragmentan
poco a poco los pequeños sistemas (familias) y desestructuran a millones
de sujetos, siendo los jóvenes y niños los más afectados, al verse en un
terreno tan vulnerable al que nunca los prepararon
para afrontar.
Así mismo el objetivo de este trabajo es
profundizar en las nuevas necesidades psicológicas que demanda la generación Z, debido a la alta invalidación
a la importancia de atender, educar y tratar el área psicoemocional de los niños y jóvenes de esta generación y en su lugar se brinda mayor relevancia a sus
características que a lo que se esconde detrás de las mismas y presenta un malestar
social que acusa a la generación Z.
La información cualitativa para el análisis
procedente fue realizada en apoyo de un grupo
de aproximadamente ciento cincuenta jóvenes de diferentes edades entre doce y
veinticuatro años pertenecientes a la generación Z, quienes fueron divididos en
dos grupos, el primer grupo se
conformó por estudiantes de una secundaria pública comprendiendo al rango de
edad de doce a dieciséis años, siendo esta mayoría de jóvenes dentro del estudio. El segundo grupo se conformó por estudiantes de una preparatoria y universidad
privada, comprendiendo una edad de diecisiete a veinticuatro años, ambos grupos decidieron
participar voluntariamente en el proyecto de investigación.
Los jóvenes Z fueron valorados por la
prueba de relaciones objétales
de Phillipson, la cual es una
prueba proyectiva, estimula la visión y la producción
verbal para evaluar aspectos de la personalidad, mecanismos de defensa
que posee, como se maneja
en situaciones de soledad o tristeza, la forma en la
que asume sus relaciones interpersonales, entre otros. Esta prueba se conforma
por trece láminas, dividida en tres series de cuatro laminas
cada una, sumando a ello una lámina en blanco. En cada una de estas series el participante tiene tres estímulos: contenido humano, contenido de
realidad y clima emocional.
Para la aplicación
del TRO
test se realizó sin tiempo
definido y de manera grupal con el apoyo de un facilitador, quien les brindo las indicaciones y mostro una por una de las láminas
y los jóvenes tenían que imaginar una historia referente
a la imagen, donde fue posible detectar
una serie de conflictos respecto
a su ambiente
familiar al desarrollar historias con un fuerte contenido de violencia, sin integración ni un
orden dentro de las historias. La lámina en blanco se entregó al final para que desarrollaran una historia empezando
de cero, siendo en esta lámina la que provoco
una gran conmoción entre los participantes, percibiéndose en los participantes poca tolerancia a la frustración
e incapacidad
para reflexionar, imaginar y
crear algo por sí mismos.
Otra herramienta de trabajo empleada
dentro de la investigación fue una entrevista a modo de viñeta clínica,
en la que se les interrogo sobre su ambiente familiar, social y personal, para entrelazar
los resultados junto con la prueba TRO test para lograr profundizar en sus relaciones objetales y la realidad en la que viven estos jóvenes. Siendo grato coincidir
dentro del estudio con autores como Freud, Kernberg, Bowlby, Melanie
Klein, Winnicott
hasta Bauman, Massimo Recalcati, Nuria Vilanova e Iñaki
Ortega; e integrar sus diferentes teorías y aportaciones al análisis profundo de
esta generación, sin pretender generalizar, pero sí ilustrar un contexto real actual.
Para obtener los resultados del TRO test se
tomó
como categorías los puntos que evalúa el test y se sintetizo tomando
como común denominador el tema desarrollado en la historia, la estructura de la
misma, los personajes y principalmente las emociones presentes entre los
participantes, partiendo de los ítems propuestos por la Dra. Teresa Ana Veccia, de su libro Diagnóstico de la Personalidad.
Desarrollos actuales y estrategias combinadas (2008) seccionando siete categorías a evaluar como se muestra en la tabla 1. Así mismos no existe un
Tabla 1. Resultados
observados de la prueba TRO test.
CATEGORIA |
PREDOMINIO EN RESPUESTAS |
Personajes |
Figuras masculinas en edad
adulta con un rol dentro
de la historia ausente o agresivo. |
Manifestación de afectos y estado del animo |
La mayoría desarrollo historias trágicas, tristes, con tendencia a la soledad luego de adjudicarles a los personajes sentimientos de vacío, desesperanza y
tristeza profunda. |
Interacción entre los personajes |
Los personajes de las diferentes historias de los
entrevistados, no contaban con diálogos dentro de la historia y las acciones
de los mismos tendían al rechazo o al abandono y una minoría a injusticias. |
Metas |
El propósito del personaje principal dentro de la historia
tendía a ser egocéntrico, víctima de la situación, tener distractores,
aparentar una vida que en realidad no tenía o buscar ser libre. |
Estructura de la historia |
El desarrollo de la historia tendió a ser
dramático, con muchos
conflictos a su alrededor y un des- enlace triste con la esperanza de
ser rescatado. |
Tiempos conjugados |
Las historias se desarrollaban en tiempo pasado y futuro,
pocas veces fue abordado en tiempo presente. |
Complejidad
en la representación de personas |
El personaje principal se veía solo y alejado de la multitud con sentimientos de soledad. |
La información obtenida tras la prueba TRO test
fue el foco de exploración para la entrevista individual que se le realizo a cada uno de los participantes, en la cual se profundizo la relación personal,
familiar y social, la percepción
del mundo, sueños y aspiraciones
a futuro, el uso de la tecnología y la pregunta
¿Qué consideras que le hace falta a la humanidad y que consideras que no debería
hacer?
Entre las respuestas más frecuentes en los
participantes ante estos temas, sobresalieron problemas de comunicación,
relaciones violentas, insatisfacción de la vida, metas nulas, hostilidad
social, consumo masivo de redes sociales, de las cuales depende el autoestima
y estado de ánimo de resultado
correcto o incorrecto en las respuestas, debido
a que lo importante de la prueba fue explorar las emociones de los jóvenes y la manera
en la que se proyectaban con las imágenes
de las diferentes laminas, para acceder a partes consientes e inconscientes de ellos; así como también explorar sus
relaciones objetales que será proporcional a la forma
de relacionarse con el mundo
externo. Muchos jóvenes, comunicación virtual en clave y respecto a la
última pregunta de la entrevista la mayoría coincidió en responder como factor faltante
la empatía, conciencia y madurez; y como el factor
restante la respuesta más frecuente entre los participantes fue violencia.
Así mismo en el grupo de doce a dieciséis como en el grupo
de diecisiete a veinticuatro fue notorio
un déficit de recursos emocionales esenciales para la vida diaria al mostrar una profunda resistencia a contactar, dificultad para comunicarse o establecer
vínculos con los demás y sustituirlo por recursos propios de la tecnología al ser menos
amenazante para ellos y encontrar al mismo tiempo gratificación.
Lo que implica una relación entre la vida moderna y las relaciones humanas.
Lo anterior valida la información teórica respecto a las relaciones objetales desarrolladas en estos jóvenes que ha sido repercutida en gran medida tras la vida moderna,
descuidando la salud mental de
adultos, jóvenes y niños. Tal como consigna el último estudio sobre la generación Z elaborado por Atrevia y por Deusto Business school, titulado
Generación Z :
El dilema, editado
por plataforma editorial.
Los jóvenes de
la generación
Z han
crecido inmersos en una cultura
del capitalismo y han sido influidos
no solo en lo material,
sino también en aspectos de carácter social, de relaciones familiares complejas.
Son hijos de una sociedad eminentemente
capitalista centrada en una competición
constante, con un estilo de vida centrado
en el consumo, muchas veces egocéntrico,
global en la penetración de las redes sociales, con nuevas plataformas
de comunicación, con un creciente culto a
la frivolidad, una preocupante adoración a
la inmediatez, conductas, formas de pensar, actitudes y formas de actuar más disruptivos. (2018)
En este sentido, durante las entrevistas a los jóvenes Z se corroboro justamente lo que menciona el estudio respecto a las
transformaciones constantes a las que se ha enfrentado esta generación, al no
conocer ni mostrarles una forma
distinta a la realidad a la que se
ha normalizado; se distorsiona la experiencia de las relaciones interpersonales. Lo alarmante es que
han aprendido a
sustituir el sentido de vivir por sensaciones momentáneas, pero con dosis altas
de placer (drogas, redes sociales, sexo, consumo, etc.), las cuales no son sólo
malas, sino bastante destructivas cuando no existe algo que las frustre,
las dosifique o las estabilice.
Así mismo, el filósofo contemporáneo Albert
Borgmann (2005) describe a las sociedades modernas
estructuradas sobre un paradigma tecnológico basado en el consumo, el
desarraigo de la realidad
y la falta de compromiso. Por lo que señala la necesidad de establecer practicas
focales (actividades distintas a la tecnología) alrededor de cosas
que brinden un soporte al mundo personal y
social para darle un sentido que fomente el desarrollo óptimo de la persona.
La diferencia de la generación Z a las
otras, es que son jóvenes que se han desarrollado en una sociedad basada en el
capitalismo y el consumo, lo cual se
ha encargado de anestesiar el área prefrontal no solo
de estos jóvenes sino del ser humano, incapacitándolo a pensar, concentrarse,
resolver problemas, tener control de impulsos y convertirlo en un zombie de la tecnología.
Por otro lado desde antes de que existiera esta generación ya se les exigía cumplir
con un ideal, tal y como lo
afirman los expertos Ortega y Vilanova (2017) en sus investigaciones, al hablar del impacto
que ha tenido la tecnología en la vida humana, por un lado, el facilitarle procesos, pero por otro, oprimirlo
al exigirle vivir a un mismo ritmo.
La evidencia encontrada en las pruebas,
demuestran que la generación Z creció a lo que se le denomina relaciones líquidas, concepto acuñado por el autor Bauman (2017) en su libro titulado Tiempos líquidos. Para
describir la realidad actual como una figura
del cambio y la transitoriedad, los cuerpos sólidos mantienen
su forma, mientras
que los cuerpos líquidos cambian constantemente al no tener estructura.
Como es el caso de los vínculos de la generación Z, lo cual imposibilita
a que los individuos tengan rutinas, hábitos de comportamiento, relaciones
sanas o placenteras que evolucionen en el tiempo, así mismo se ven obligados a integrarse y adaptarse
a una sociedad que cambia con gran rapidez y se les exige una identidad
flexible y versátil que les permita afrontar
esas transformaciones, sin importar si se encuentran en las condiciones
psicológicas y emocionales.
Dejando de lado que fueron estos jóvenes los que
han afrontado y sostenido el peso del nuevo ritmo de vida con el anterior modelo de vida, son la generación más estigmatizada por la sociedad y a su vez refleja el malestar social con patologías que en el pasado eran comunes dentro
de la sociedad. Sin embargo
en la actualidad dichas
patologías ya no encajan con las
bases de la psicología que anteriormente brindaban
herramientas para comprender
el comportamiento humano.
La generación Z pareciera vivirse como el
personaje mitológico de nombre Telémaco al compartir
mucha similitud, al no observarse
síntomas clásicos dentro
del psicoanálisis como las neurosis histéricas, obsesivas
o psicosis.
A lo que cabe señalar que Telémaco era un
niño, cuando su padre Ulises en la tradición griega abandona su casa ubicada en una
isla para ir a la guerra de Troya. Desde entonces
Telémaco junto
a su madre de nombre Penélope
llega a la adultez,
esperando que un día su padre vuelva y restaure la ley de la Polis junto a su madre. Pero antes a Telémaco se le había encomendado que debía cuidar de su casa y alejar a los pretendientes de su madre. Pero él
nunca fue capaz de realizarlo, al carecer de valentía y la experiencia de su padre,
cayendo en la melancolía,
que inició con un sentimiento permanente de nostalgia al cultivar una espera infinita del padre que nunca regresará (Recalcati, 2017).
Por consiguiente el psicoanalista Massimo Recalcati emplea el término “complejo
de Telémaco” para explicar
el nuevo malestar
de la juventud y la sociedad contemporánea y encontrar una relación entre
padres e hijos en una época como la que se vive actualmente, en la cual la autoridad simbólica del padre parece ser eclipsada,
dificultándole cumplir
con su propia función
educativa, de la cual se gesta el
conflicto (malestar social) entre generaciones que de ello se deriva,
tal y como se ve claramente reflejado
en la generación Z.
Al ser jóvenes que se viven en la abulia,
la depresión, la búsqueda insaciable de la
satisfacción, la hipertrofia de un Yo extraviado- narciso; como consecuencia a la falta de modelos sólidos, pasando
del vientre materno a la globalización de forma instantánea como si fuese su nuevo cordón umbilical del cual han
aprendido a cubrir sus necesidades. Por ello, tal y como lo afirma Recalcati, lo que está
en juego en el complejo de Telémaco no es
restaurar la soberanía perdida del padre o la demanda que invade el malestar de dicha juventud, sino el de ser
un testimonio, un modelo para ellos.
El padre que es invocado hoy no puede ser ya el padre poseedor de la última palabra sobre la vida y la muerte, sobre el sentido del bien
y del
mal, sino un padre radicalmente
humanizado, vulnerable, incapaz de decir cuál es el sentido último de la vida, aunque si capaz de mostrar, a través del testimonio
de su propia vida. Que la vida puede tener sentido.
(Recalcati, 2017, p.16)
Debido a que el entorno
de la vida moderna ha impactado no solo a una generación sino a toda una sociedad que experimenta toda una metamorfosis en las relaciones humanas. Lo
cual ya se había observado con anterioridad en la sociedad,
refiere el sociólogo Bauman (2003) después
de explorar los atributos
de una sociedad capitalista dentro de su análisis. Remarca las relaciones humanas como las encarnaciones más comunes, intensas
y profundas de la ambivalencia actual,
al encontrarnos ante la
disolución del sentido
de pertenencia social del ser humano, para dar paso a una
marcada individualidad y deteriorar en consecuencia las relaciones humanas.
Al carecer de modelos sólidos se tornan
confusas las relaciones, al ser vínculos más de amistad, satisfactorias o
placenteras en vez de fungir como figuras de autoridad, protección, empatía y
confianza por medio de la adecuada gestión de la frustración; la cual es una actitud
que puede trabajarse y desarrollarse al ser un estado transitorio y
reversible. Una adecuada gestión de
la frustración consiste en entrenar al sujeto en la aceptación del evento ocurrido
tanto en lo externo
como en lo interno de sí mismo. Es trabajar la experiencia emocional
vivida para lograr
recalibrar la manera en la que se afronta la situación, haciendo
uso de recursos más positivos para sí mismo,
luego de fortalecer su capacidad de tolerar la frustración.
De lo contrario se desarrolla una
intolerancia a la frustración,
característica principal del malestar social actual, donde la mayor parte de
los fenómenos que la componen se basan en la inmediatez y la incapacidad de
espera.
Las relaciones objétales de esta
generación, partiendo de Recalcati (2017) quien percibe a la juventud moderna
distinta a otras generaciones al no
verse edipos o narcisos en la sociedad contemporánea,
plantea la interrogante: ¿qué estamos heredando a la siguiente generación?, sin hacer referencia a aspectos
materiales, sino más bien al modelo ausente, deshumanizado y la esclavitud del
goce, dentro del vínculo objetal, en respuesta a la evasión
del conflicto por parte de los
padres, por temor a no ser amables con sus hijos e invertir la cadena de la generación en una nueva forma de angustia, al no ser el hijo
quien busca sentirse reconocido por los padres, sino que son los padres los que
buscan el reconocimiento del hijo para asegurar una libertad que afirma hallar
en si misma su fundamento.
Transmitiendo el sin sentido de la vida, tal
y como le sucedió a Telémaco al no heredar un reino, sino
el espejismo de una libertad reducida a pura voluntad del goce. Convirtiéndose
en el fantasma hipermoderno de la libertad
actual, el cual consiste
en disociar libertad y responsabilidad, imponiendo la ley de lo inmediato e ilimitado, carente de
contención, deshumanizando al hombre.
Tomando en consideración que un hombre
libre es un hombre reducido a mero impulso hacia
el goce, presentándose en dicha envoltura el
hombre moderno, puesto que lo que lo mueve ya
no es el límite de la castración
o la pulsión de la represión, sino el
impulso compulsivo del goce mortífero, explica Recalcati
(2017).
Así mismo, dentro
del psicoanálisis se refuerza
tal afirmación, al hablar de la libido
(energía de las pulsiones o instintos que dirige toda
conducta) como el núcleo de la vida psíquica inconsciente y su energía
vital. Cuando el instinto se desentiende
del deseo se convierte en pulsión de muerte donde impera la destrucción, la desintegración y la
disolución de lo vivo al sentir placer,
lo que explica la causa del malestar de la sociedad actual en la que
se ha desarrollado la generación Z.
Como señala el autor Bauman al referir, que se
han establecido en la sociedad actual relaciones líquidas, por temor a sentir demasiado
compromiso o presión. Al tener
que responsabilizarse no solo de la situación, sino también de sus acciones y emociones.
Este tipo de vínculo, el autor lo describe
carente de calidez, empatía y amor a
la otra persona, superficial y fugaz, basado en palabras y no en acciones. Apreciándose inmadurez,
infantilismo e inconciencia tanto en jóvenes como en adultos,
lo cual es alarmante al invertir los roles y alterar las diversas
instituciones e impactar en el desarrollo psicológico del ser humano. (Bauman, 2007)
Por consiguiente, la Generación Z de
acuerdo con los expertos Ortega y Vilanova (2017),
coinciden también que estos jóvenes son vulnerables en el terreno de las
relaciones, las emociones y un sentido de vida; ocasionándoles dificultades y
problemáticas en diferentes áreas de su vida, que a su vez genera consecuencias
costosas que pagan para sentirse pertenecientes a algo y poder tener una identidad. Por lo tanto, al no desarrollar habilidades sociales estos jóvenes
experimentan rechazo social, aislamiento, baja autoestima
y tendencia a recurrir a la agresión consigo mismos o con los demás si no
obtienen el resultado esperado.
Dando como resultado, jóvenes
con una alta capacidad
de adaptación, individualistas, rebeldes, ansiosos,
deprimidos, con limitaciones para comunicarse, reflexionar o realizar una introspección, apáticos, hostiles, presentan descontento general,
tristeza, imagen negativa de sí mismos por mencionar algunas,
las cuales forman parte de los criterios dentro del DSM-V para describir la personalidad limítrofe (APA, 2014).
Al ser una generación criada con mucha libertad la instancia psíquica
que predomina en ellos
es el Ello la parte
más primitiva del ser
humano, que favorece al principio de placer, por lo tanto se muestran con una
estructura psíquica sólida en el exterior propio de su narcisismo, pero desde dentro experimentan una gran fragilidad y desgarre emocional constante
que subliman muchas veces en las redes sociales.
Los individuos que llegan a desarrollar una
personalidad limítrofe se caracterizan por un patrón continuo de estados
de ánimo, autoimagen y comportamientos inestables,
debido a que se viven en una
ambivalencia entre lo bueno y lo malo, como respuesta de su principal mecanismo
de defensa conocido como escisión al carecer de una estructura yoica sólida que les brinde soporte en momentos difíciles
para neutralizar cualquier tipo de ansiedades, que les ayude a afirmarse en la realidad,
sobreponiéndose a las frustraciones
y presiones que resulten de su interacción. Por esa razón es que presentan
una inestabilidad emocional a
consecuencia de los primitivos
estados yoicos disociados
y un clivaje de las imágenes parentales. Estas experiencias internas los llevan con frecuencia a tener reacciones impulsivas o relaciones
caóticas (Bergeret,
2005). Por lo tanto las relaciones objetales o relaciones
establecidas con los cuidadores juegan
un papel importante en el desarrollo psicoemocional y social
del ser humano, siendo esta relación el resultado de la forma en que se estructurará las principales defensas psíquicas, la personalidad, así como
las fantasías puestas
en los objetos. Quienes le ayudaran
al menor a diferenciarse de su entorno,
favoreciendo su desarrollo psicológico. Como
afirma el psicoanalista Recalcati al mencionar: “La vida se humaniza
solamente a través de la adquisición de una dignidad simbólica
que la hace única e insustituible. La vida se humaniza a través del
reconocimiento, por parte de la propia familia y del cuerpo social
al que pertenece, como vida humana” (2017,
p. 61).
Es decir, el infante consolida
su personalidad e individualidad
a partir del apoyo que sus cuidadores le brinden, al verlos como un
espejo en el cual se descubre a sí mismo. Por su parte, Freud plantea que el yo
sólo puede incorporar como imágenes internas a los objetos amorosos perdidos o
a los que se había renunciado, al crear dichas
imágenes, el yo disminuye la frustración del impulso (ello) por la pérdida. De manera que muchas cualidades del yo se forman mediante la incorporación de los
objetos amorosos perdidos. En este proceso, el
yo introyecta o asume algunas características
de los objetos amorosos que ya no están en realidad (Freud, 1915).
Por esa razón se hace énfasis en la
relación establecida por los padres con el menor al ser la base de la estructura psíquica internalizada por
el menor y el tipo de vínculos que
establecerá más adelante, respecto a
las cuales la reconocida psicoanalista Melanie Klein (1962) nos plantea a
través de su teoría de las relaciones objetales, la
existencia de una necesidad primaria de objetos, que va más allá de la búsqueda del placer, que el yo intenta encontrar al prestar atención a su capacidad para lidiar con sentimientos conflictivos como el amor y el odio por
la misma persona, es decir, la madre al convertirse en el primer objeto amoroso
para el niño, quien no solo lo alimenta, sino que también lo cuida, despertando
en el menor sensaciones placenteras y desagradables.
La respuesta a la conexión
de la madre con el niño,
posibilita que se formen las estructuras intrapsíquicas
derivadas de la internalización de ese vínculo. En este proceso,
él bebe está limitado a dos categorías importantes de experiencia: el
placer como gratificación y el dolor como frustración. Si es gratificado
entonces se sentirá amado y tiene fantasías conscientes por atacar, pero si
experimenta frustración, entonces vivirá angustia registrándola como una
pérdida (Klein, 1962).
Por esa razón, para Klein los objetos
internos y las fantasías inconscientes producen significados
dentro de la realidad psíquica y estos significados son los que se proyectan en
la realidad externa dándole sentidos diferentes en cada momento vivencial. Así mismo, el psicoanalista John Bowlby coincide con Klein al exponer en su teoría del apego
los efectos que tienen las relaciones
tempranas (los padres)
en el sujeto, al influir en su personalidad, identidad y relaciones cercanas en
la adultez. Entendiendo por apego a la relación emocional especial, con un intercambio de placer, cuidado,
seguridad y confort, que denomina el autor como “una conexión
psicológica duradera” que surge de manera natural en el ser humano (Bowlby, 1998, p. 24).
Por lo tanto, lo esencial son los vínculos
emocionales establecidos, y las pulsiones tienen sentido en la medida en que
estén dirigidas a los objetos. Proceso que no se logra apreciar con claridad en
los jóvenes z, al contar con padres ausentes, crecer en configuraciones
familiares diferentes, roles diluidos y carentes de
figuras de autoridad que brinden estructura en sus vidas, genera miedo,
inseguridad y separación. Dichas conductas son las que amenazan al logro de proximidad, al carecer de una base segura y estable,
el proceso del apego es interrumpido, desencadena
un tipo de apego ansioso ambivalente y evitativo,
característica sobresaliente de la generación z.
De igual modo las anteriores teorías coinciden con
las aportaciones que realizó el psicoanalista ingles Donald Winnicott (1996), al referir que, en efecto, la personalidad del niño y
la realidad en la que se viva a
futuro depende en gran parte de la
relación que se establezca entre él
menor y ambiente, facilitándole el proceso para que alcance
su verdadero self al servirle de yo auxiliar.
Apoyado de un apego seguro que le brinde la
confianza y el cuidado necesario como mencionaba
anteriormente Bowlby, de lo contrario es
posible recaerenlaspolaridadesdelaausenciaodegratificar siempre sin una mínima dosis de
frustración, a lo que refiere Winnicott: “La ruptura
o interrupción de la continuidad existencial puede conllevar grave psicopatología en el futuro, por lo que el exceso de
frustración (falla o ausencia exagerada de la madre)
resulta nocivos para la continuidad indemne del desarrollo” (Winnicott,1996,p. 117).
En otras palabras, lo que afirman los
autores, es hablar del verdadero espejo que logra darle identidad al hijo, son
sus cuidadores; de ninguna manera, por lo que pueda devolverle al hijo,
sino por lo que le remitan las personas que ama, reconociendo en él un valor
que le devuelva su dignidad como ser humano. Debido a que la presencia de los
padres provee los elementos de la realidad con que construye
el infante su imagen
psíquica del mundo interno y externo.
A su vez, el psicoanalista Otto Kernberg crea un puente entre la
teoría pulsional clásica y el punto de vista de las relaciones objetales, al considerar que la evolución del psiquismo humano marcha en el sentido de un estado de total
indiferenciación a estados
de mayor diferenciación con respecto a objetos
que emergen. Este desarrollo ocurre con base en la internalización de los aspectos que se diferencian o resaltan
perceptivamente, tanto del organismo como de su entorno según la significación
libidinal o agresiva que tengan.
Desde la perspectiva psicoanalítica, el
diagnóstico estructural busca la comprensión de las características estructurales intrapsíquicas de las personas,
entendiendo por estructura la configuración o modo de organizar relativamente
estable o duradera los procesos mentales. Por ejemplo: la organización del
psiquismo en un aparato psíquico (ello, yo, superyó).
Dentro de estas estructuras existen
subestructuras como por ejemplo las defensas, las relaciones objetales internalizadas, etc. Asi
mismo dentro de
las estructuras hay conflictos, los cuales son necesarios para mantener el
orden. De modo que la estructura no es una suma de síntomas, sino más bien
un orden interno, orientado a la finalidad de estabilizar el psiquismo y actuar
como mediadora entre los distintos factores etiológicos (ambiente, historia,
genes) (Kernberg, 1988).
Por lo tanto, la organización estructural de la personalidad es un ordenamiento interno, el cual puede ser normal o patológico que se configura
como un modo permanente o profundo para resolver las situaciones
conflictivas a las que se expone el psiquismo. En las
cuales Kernberg distingue tres amplias organizaciones
estructurales: neurótica, límite y psicótica. En la estructura neurótica
predomina la identidad del Yo, e implica
la consolidación de las estructuras del yo con sensación
de continuidad del self, luego de integrar las figuras significativas, así como también una concepción global y
consistente del mundo de los objetos,
derivada de la imagen objetal, introyecciones e
identificaciones integradas a consistencia de interacciones interpersonales
propias y respuesta del contexto
en percepción del infante a tal reconocimiento.
Por lo que la ausencia
de la identidad del yo se
conoce como “síndrome de difusión de identidad”, que quiere decir la pérdida o
ausencia de integración de sí mismo y figuras significativas, característica de
la estructura límite y psicótica. Por lo que, a través de la teoría de Kernberg, es posible explicar cómo el ser humano adquiere y
desarrolla representaciones tanto de sí mismo, como del mundo externo
enfatizando en los objetos humanos significativos (los padres) a partir
de la internalización de aspectos relativos a la percepción de tales objetos (Kernberg, 1988).
Por lo tanto queda más que subrayada la
importancia de la función de los cuidadores dentro
de la relación objetal,
al generar un profundo impacto en la vida del hijo y depender de esta relación
el desarrollo y maduración psicológica, apoyando en la transición de las diferentes etapas del desarrollo, brindándole un sentido de partencia
al hijo y no limitarse únicamente a procrear sino a desempeñar un rol
consciente y responsable del ser padres.
A partir del análisis realizado, es posible observar el grado de la problemática tras no saber equilibrar la vida moderna y el desarrollo del ser humano,
al ser incoherente el pretender que la tecnología sustituya
todo en la vida.
Parte de la problemática se debe a la falta
de atención que los adultos demuestran ante
las nuevas generaciones; al observarse
con frecuencia padres de familia negados
a asumir el papel que representan
dentro y fuera de sus hogares, deshonrando la tarea educativa
de los adultos, luego de distorsionar el concepto de libertad, responsabilidad
y madurez como consecuencia del hedonismo contemporáneo,
se ven modificados diferentes
sistemas que a la larga crean vacíos, patologías
y una infinidad de problemas
de salud mental. De modo que prolifera a pasos agigantados la tasa de casos de ansiedad,
depresión, estrés e insomnio por mencionar algunos,
tanto en jóvenes como en
adultos.
En esta época tan tecnológica los hijos han
ocupado el lugar de los padres, someten el orden a sus necesidades narcisistas
en vez de adaptarse al orden y a los tiempos de la familia actual. La generación
Z exige justicia y orden en vista de que se han abandonado dichos pilares, para
poder brindar
un horizonte nuevo
al mundo, igual
que Telémaco. El malestar
presente en los jóvenes Z se deriva de vivir en un mundo donde el sentido
humano del orden se ha esfumado, de ahí que provoca el caos para cambiar y poder evolucionar, regresar a
nuestra esencia humana consciente.
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